La zona de incertidumbre es uno de los apartados más importantes de la seguridad en las carreteras, aunque no siempre se le presta toda la atención que merecería. El pasado año se produjeron 1,7 millones de accidentes leves en el territorio español, y cabría preguntarse cuántos de estos siniestros podrían haberse evitado si respetáramos este perímetro. Pero ¿qué es la zona de incertidumbre y cómo podemos incrementar nuestra seguridad?
En 2014, las carreteras españolas se cobraron más de 1.330 vidas, una cifra alarmante donde las haya, si bien la tasa de mortalidad al volante se ha reducido considerablemente en las últimas décadas. Entre las principales causas de siniestralidad destacan el exceso de velocidad, el alcohol, el adormecimiento y la conducción insegura, entendiéndose esta última como todas aquellas maniobras que ponen en peligro tanto la seguridad del conductor como la de los que le rodean.
La zona de incertidumbre es un espacio virtual que rodea a los peatones, ciclomotores y vehículos, y donde los imprevistos y las imprudencias son potencialmente peligrosos frente a la imposibilidad de reacción. Para hacernos una idea más precisa, la apertura de una puerta o un cambio brusco de dirección —peligros que son moneda corriente en dicha zona— puede convertirse en el detonante de una cadena de accidentes. Una tragedia que, en cualquier caso, se evitaría fácilmente si respetáramos este espacio.
El radio de la zona de incertidumbre se incrementa o disminuye en función de la velocidad o la naturaleza del medio locomotor —dado que motos, coches, ciclistas y peatones tienen distintas zonas de incertidumbre—. De esta manera, los viandantes dispondrán de un espacio (por delante y por detrás principalmente) mucho menor que las bicicletas y los ciclomotores en general, cuya distancia se encuentra alrededor de los 150 centímetros en cada uno de sus lados.
En este sentido, conviene recordar que smartphones, GPS y otros dispositivos no son, en términos generales, los mejores compañeros de viaje, considerando que reducen nuestra concentración al volante. Un mensaje entrante y la consecuente lectura, podrían tener consecuencias fatales en la carretera.
Motoristas y ciclistas, los más débiles
En los últimos años se han incrementado de forma exponencial el número de ciclomotores en ciudades. Tan sólo en 2013 la mortalidad de los mismos superó holgadamente los 4.000 fallecidos por accidentes, poniendo así de manifiesto la necesidad de respetar este espacio ‘vital’ en el que todo puede suceder.
Los peligros no son menores para los ciclistas, motivo por el que los atropellos están a la orden del día. Sirva de ejemplo el invento de Diego Benítez conocido como Bicyline; para asegurar el respeto del perímetro de seguridad, este ingeniero canario ideó una varilla regulable con reflectantes que señala a los conductores dónde comienza este espacio.
Asimismo la zona de incertidumbre se encuentra estrechamente relacionada con la zona de riesgo. Hablamos de la distancia de seguridad que debe mantener un conductor con respecto al siguiente. De lo contrario, los frenazos repentinos y otras eventualidades no darían lugar a reacción. Por otra parte, durante los adelantamientos se invade con frecuencia estos límites, poniendo en peligro la seguridad de ambos vehículos, por lo que conviene estar alerta y anticiparnos a las posibles maniobras del tráfico circundante.
Tanto en vías urbanas como interurbanas, la zona de incertidumbre debe ser respetada en la misma medida que la señalización o las normas de circulación, dada su potencial peligrosidad. ¿Y tú, qué opinas de la zona de riesgo? ¿Cómo podríamos mejorar nuestra seguridad vial? ¡Compártelo con nosotros!