El sector de las autoescuelas pasa por un momento difícil. Las últimas manifestaciones de formadores viales, motivadas por las inflexibles políticas de Tráfico, así lo demuestran. Este problema, sin embargo, no es sino el último eslabón de una larga lista de males. Llegados a estos extremos, se hace urgente actualizar este segmento tradicional para convertirlo en un mercado próspero, capaz de adaptarse a las nuevas tecnologías, con los muchos beneficios y oportunidades que estas ofrecen.
En los últimos años la tecnología se ha convertido en sinónimo de expansión y prosperidad. Con independencia del sector, la aplicación de los nuevos avances ha contribuido a mejorar la productividad y la eficiencia de pequeños y grandes negocios (automoción, hostelería, comercio, etc.), con el consecuente aumento del número de clientes. Lamentablemente algunos mercados han desoído la “llamada” digital y ahora sufren las consecuencias.
Las autoescuelas son una de las grandes víctimas de esta revolución. La Era de la información y la digitalización ha impulsado a la mayor parte de los mercados, mientras aquellas permanecían al margen, oponiéndose de alguna forma a la modernización. Ahora están cerca de naufragar. Sea cual sea el punto de vista con el que se evalúe esta conyuntura, se hace evidente que los centros de formación vial deben actualizarse, y deprisa.
Más allá de los últimos avances, también está el problema de los precios. En ningún otro sector pueden encontrarse desajustes de hasta un 181% en el coste de sus servicios. Tanto es así que sacarse el carnet puede costar más de 1.500 euros en San Sebastián y menos de 600 en Gijón, como apuntamos a propósito de los municipios más costosos para obtener el carnet de conducir. Un desbarajuste inaceptable.
Adicionalmente la competencia desleal, la expansión desmedida del concepto ‘low cost’ y la escasez de examinadores en diversas provincias son otros de los síntomas que evidencian la crisis que amenaza a este mercado, dañado ya por la baja natalidad europea (dado que cada vez hay menos jóvenes con posibilidad de incorporarse al grueso de la población conductora).
Estos y otros males, que han configurado el panorama actual, trazan un futuro incierto para los centros formativos y llaman la atención sobre la necesidad de actualizar este modelo de negocio, anclado aún en las prácticas del siglo XX.
Nuevas tecnologías: una vía de recuperación
Sería descabellado proponer una panacea milagrosa que solucionara de un plumazo todos los problemas de este sector, en jaque desde la última década. No obstante, hay mucho que ganar cuando todo está perdido, y los programas de gestión y las aplicaciones móviles se posicionan como un primer paso para ver la luz al final del túnel. El uso de estas tecnologías multiplicaría la cantidad, el valor y el aprovechamiento de la información, acelerando la gestión y optimizando la comunicación entre alumnos, profesores y examinadores. Así las cosas, herramientas como Autoescuela Pro facilitarían enormemente el aprendizaje y la preparación del alumnado, además de ahorrar tiempo y dinero a sus propietarios.
Hablamos, pues, de una completa revolución en la gestión, a la que se sumarían otros medios, como la teleformación vial. Aunque no todos los centros parecen dispuestos “a ponerse al día”, Tráfico entiende que debe acelerar la situación. Por ello, recientemente la DGT ha dado luz verde a las autoescuelas ‘online’, y si bien la mayoría de los gerentes de estos centros han reaccionado negativamente, el comercio online (‘ecommerce’) se posiciona como el futuro a corto y largo plazo.
Por otra parte, el pasado año la Unió d’Autoescoles de Valencia organizó una jornada excepcional de motivación para los centros de esta provincia, sacando a colación una de las claves para la reactivación del sector: las campañas de marketing, un pilar básico en cualquier empresa, cuyos mecanismos han dejado atrás a la mayoría de las autoescuelas.
Por lo tanto, es vital mejorar la captación de clientes a través de internet, principalmente. Este soporte garantiza una visibilidad a nivel nacional y la posibilidad de interaccionar con clientes potenciales, de forma que multiplican las posibilidades de éxito. Por increíble que parezca, aún hay muchos que se empeñan en subestimar esta poderosa vía.
Finalmente, y como venimos advirtiendo en los últimos meses, se hace necesario regular o estandarizar de alguna forma los precios de todas las autoescuelas. No hay una fórmula clara que pueda seguirse para revitalizar este sector, si bien las nuevas tecnologías (esas grandes olvidadas) tienen la cura. ¿Y tú, qué opinas de esta tesitura?, ¿podrías aportar alguna solución? ¡Compártelo con nosotros!
El artículo me ha parecido interesante, salvo la idea de regularizar el precio. Un sector hiperregulado no podemos ahogarlo aún más.